El periódico británico The Guardian acaba de anunciar que va a dejar de publicar mensajes en sus cuentas de Twitter porque considera que ahora esta red social sólo es una plataforma tóxica al servicio de Elon Musk para moldear el discurso político de los usuarios.
Según The Guardian a ellos no les aporta nada estar en Twitter porque dicen que pueden vivir perfectamente del tráfico que reciben por otras vías y que, además, no quieren codearse con tantos fachas.
La realidad es muy distinta.
The Guardian es un periódico progre que en el Reino Unido equivale a Lo País en España y se ha convertido en el altavoz de la izquierda woke. Cada vez que saca un artículo defendiendo las ideas progres sobre cuestiones de género, políticas sociales, clima, inmigración u otros temas de actualidad, sus puntos de vista son constantemente confrontados con la realidad que se empeña en mostrar la disonancia cognitiva de los periodistas de su redacción y eso es algo que estos talibanes del pensamiento woke no pueden soportar. No se trata de que se les censure, se les borren los posts o se les bloquee la cuenta; simplemente no toleran que los usuarios no estén de acuerdo con ellos y constantemente adornen sus mensajes con Notas de la Comunidad que desmontan las falacias que divulgan sus periodistas/activistas.
Hasta hace un par de años, antes de que entrase Elon Musk con el lavabo en la sede de Twitter, lo que ocurría era exactamente lo contrario: no solo los puntos de vista de The Guardian eran el canon a los que al que todas las opiniones se tenían que amoldar sino que además, si te oponías a esas ideas y mostrabas tu discordancia, eras silenciado en la red y frecuentemente cancelado, hasta el punto de que tu cuenta podía ser clausurada. En estos dos años Twitter se ha convertido en una plaza abierta donde cualquiera puede expresar su opinión y eso no le gusta a los del pensamiento único, que consideran que todo lo que no se ajusta a su pensamiento progre es ultraderecha y fascismo. Por supuesto pueden seguir publicando sus ideas, a nadie se le impide, pero en vez de aceptar el debate, se retiran cobardemente porque los hechos, los números, los datos les quitan constantemente la razón y quedan constantemente en ridículo delante de propios y ajenos.
Para entender en el fondo por qué los progres no soportan el debate, basta con entender que están convencidos de que el socialismo ha funcionado en alguno de los sesenta o setenta países donde se ha aplicado y de que si no, la próxima vez sí va a funcionar cuando se aplique porque se hará correctamente y esta vez su triunfo será definitivo, no como en las sesenta veces anteriores. Llevan así cien años y hasta ahora sólo han generado hambre y piojos pero alguna tara mental que padecen y que todavía la psicología moderna no ha sabido explicar, les ilumina con una con un fervor religioso hacia ese objetivo que la evidencia muestra absolutamente irreal.
Y luego, lo del vil metal
Tampoco hay que olvidar que aunque The Guardian presume de financiarse con las ayudas con las suscripciones de sus usuarios, la realidad es que recibe constantemente generosísimas donaciones de multimillonarios como por ejemplo los diez millones de euros que lleva aportados la fundación Bill Gates, sin las cuales posiblemente tendría que cerrar. En el caso español, su hermano gemelo aquí, Lo País, sobrevive porque las donaciones de multimillonarios son reemplazadas por la publicidad institucional, las subvenciones y las ayudas indirectas.
Es posible que pronto de Guardian aumente sus campañas para buscar suscriptores y pedir donaciones porque su cuenta de resultados se va a ver dañada por la salida de Twitter y la consecuente pérdida de relevancia en el debate público (y eso se traduce en anunciantes) ya que, no olvidemos la red social de Musk ahora mismo es una plataforma vibrante y en un crecimiento disparado gracias al ambiente de libertad que se respira en el timeline, algo absolutamente desconocido para quienes siguen sujetos a las rigurosísimas normas progres de la censura de Facebook, Instagram o TikTok. Por algo Twitter se ha convertido en la primera aplicación en descargas de la Play Store de Google en el apartado de noticias. Quien quiera participar del debate público no tiene más remedio que bajar a la plaza; por supuesto que los progres han anunciado mil veces que se van a ir a otras redes sociales pero nunca lo hacen porque a la hora de la verdad Twitter es la única que sigue siendo relevante a la hora de formar opinión pública y de llevarles un tráfico que les deja unos buenos dineros.
The Guardian se va a acordar del día en el que decidieron irse de Twitter…
…pero ojalá hagan los mismo unos cuantos por aquí también.
La Vanguardia ya ha salido.
Tic tac. 🙂
Conforme vaya pasando el tiempo, los de The Guardian se darán cuenta del error estratégico que han cometido y está por ver si mantendrá su decisión o volverán a Twitter con la cabeza baja.
Lo que está claro es que Twitter, con el ambiente de libertad que hay hoy, es algo imparable y el periodismo woke se enfrenta a un rival difícil de superar.
La Vanguardia, Lo Pais o The Guardian van a ver reducidas sus audiencias porque su activismo político es constantemente expuesto a la luz pública y todo el prestigio que se habían ganado en las últimas décadas lo están perdiendo a pasos de gigante. La credibilidad es algo que cuesta mucho trabajo ganar y que es muy fácil perder y con esa credibilidad viene la relevancia pública, los usuarios y detrás los anunciantes y todo eso se le escapa a estos periódicos de entre los dedos sin que puedan hacer nada.
Vienen tiempos difíciles para la prensa woke.
Hay que tener en cuenta que son de izquierdas y cuando se den cuenta de la tontería que han hecho volverán, pero inventándose unos argumentos ridículos que todos escucharemos ojipláticos y que serán aplaudidos a rabiar por su ejército de charos y paniaguados.
Yo creo que lo que más les duele a todos estos progres es el hecho de que hasta hace un par de años ellos eran los dueños absolutos de todas las plataformas y podían decidir sobre la vida online del resto de las personas; oponerse a ellos podía significar que te cancelaran la cuenta y simplemente dejases de existir online.
En otras plataformas todavía es así y cualquiera que intente publicar un vídeo en TikTok con la más ligera crítica al movimiento LGTBi+ verá como le tiran el vídeo en un minuto y le advierten de que si vuelve a repetirse el incidente la censura será implacable con ellos y la cuenta se la clausurada.
Por suerte en Twitter esto ha cambiado y ahora da igual la ideología o las opiniones que se defiendan: todo el mundo puede publicar pero todo el mundo a la vez también tiene que aceptar las críticas. Y ese es el problema, que los progres llevan muy mal que se les critique porque es relativamente fácil desmontar todos sus bulos y las estupideces teóricas en las que basan sus opiniones políticas y prefieren huir antes que enfrentarse a la realidad.
Siempre ha sido así: nada nuevo bajo el sol.
Coincidimos, FS.
Muchas gracias por tu comentario.