El marketing de guerrilla ha dejado una huella imborrable en la historia de la publicidad, gracias a campañas que han sorprendido, cautivado y, sobre todo, redefinido los límites de la creatividad en la comunicación comercial. A lo largo de los años, algunas marcas han sabido ejecutar acciones tan memorables que no solo lograron cumplir sus objetivos, sino que también se convirtieron en auténticos referentes del marketing. Estos ejemplos han demostrado cómo una buena idea, bien ejecutada, puede generar un impacto mucho mayor que una campaña tradicional, independientemente del tamaño del presupuesto.
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Uno de los ejemplos más icónicos es el caso de The Blair Witch Project, una película que se lanzó en 1999 y que utilizó una estrategia de marketing de guerrilla que cambió para siempre la forma en que se promocionaban las películas. El equipo de marketing detrás del filme optó por un enfoque radicalmente diferente: presentaron la historia como si fuera real, utilizando páginas web, foros y publicaciones en Internet para sembrar la duda en la mente del público. La película se vendía como un documental auténtico, utilizando un marketing viral que se extendió como la pólvora entre los usuarios. El resultado fue una de las películas más rentables de la historia, logrando recaudar casi 250 millones de dólares con un presupuesto de tan solo 60.000 dólares. Este caso es un ejemplo perfecto de cómo el marketing de guerrilla puede crear una narrativa envolvente que difumina las líneas entre la realidad y la ficción.
Otro ejemplo brillante fue la campaña de IKEA «Real Life Series» en 2019. La marca sueca, conocida por sus campañas innovadoras, lanzó una campaña que recreaba los salones de tres famosas series de televisión usando sus propios productos. A través de una serie de anuncios visuales y en redes sociales, IKEA mostró cómo se podía recrear el salón de «Friends», «Los Simpson» o «Stranger Things» con muebles de su catálogo. Esta campaña no solo capturó la atención de los fans de estas series, sino que también puso de manifiesto la versatilidad de los productos de IKEA, todo ello sin necesidad de hacer una publicidad convencional. La clave aquí fue el uso inteligente del contenido cultural que ya estaba presente en la vida del público, lo que generó una fuerte conexión emocional y llevó a una amplia difusión de la campaña en redes sociales.
Otro caso histórico en el marketing de guerrilla fue la campaña de T-Mobile en la estación de tren de Liverpool Street en Londres. En 2009, la marca organizó una acción sorpresa en la que más de 400 bailarines irrumpieron en la estación al ritmo de una canción popular, generando una reacción en cadena entre los transeúntes que se unieron a la coreografía. Lo que comenzó como una acción local en una estación de tren rápidamente se volvió viral gracias a la difusión en redes sociales y a los vídeos grabados por los propios espectadores. T-Mobile no solo consiguió una gran visibilidad, sino que también logró que los usuarios asociaran la marca con momentos positivos y de celebración. Esta campaña demostró el poder de las experiencias compartidas en el marketing de guerrilla, y cómo el elemento sorpresa puede generar un efecto dominó en la difusión de un mensaje.
La marca Red Bull es sin duda uno de los referentes cuando se habla de marketing de guerrilla. Un ejemplo clave es la famosa acción del salto estratosférico de Felix Baumgartner en 2012. Red Bull organizó uno de los eventos más ambiciosos y espectaculares de la historia del marketing al patrocinar el salto desde la estratosfera de Baumgartner, quien rompió varios récords mundiales durante su caída libre. Aunque esta acción puede parecer un caso extremo de marketing, lo cierto es que representa la esencia del marketing de guerrilla: hacer algo inesperado y audaz que capture la atención de todo el mundo. El evento fue visto por millones de personas en directo, y Red Bull consolidó su imagen como una marca que va más allá de las expectativas. La clave del éxito fue que el evento reforzaba los valores de la marca, que siempre se ha asociado con el deporte extremo y el espíritu aventurero.
Otra campaña inolvidable fue la de Metro Trains Melbourne, con su viral vídeo «Dumb Ways to Die». Aunque en este caso la acción no fue realizada por una marca comercial, sino por una empresa de transportes, la estrategia utilizada y su éxito la convierten en un referente de marketing de guerrilla. Con el objetivo de concienciar al público sobre la seguridad en las vías del tren, Metro Trains lanzó un vídeo animado con una canción pegadiza que mostraba personajes que morían de formas ridículas, entre ellas, no prestar atención a las señales de los trenes. La mezcla de humor macabro y mensaje de seguridad convirtió al vídeo en un fenómeno viral, con millones de visualizaciones en todo el mundo y una importante reducción en los accidentes ferroviarios. La campaña demostró que el marketing de guerrilla no solo es eficaz en el ámbito comercial, sino que también puede utilizarse para transmitir mensajes de interés público de una forma memorable y creativa.
Uno de los ejemplos más disruptivos en el ámbito de la guerrilla publicitaria urbana fue la campaña de BMW en respuesta a Audi en Los Ángeles. En 2009, Audi lanzó una valla publicitaria con el mensaje «Your move, BMW» (Tu turno, BMW), junto a la imagen de uno de sus modelos. En un claro juego competitivo, BMW respondió colocando una valla justo al lado con el mensaje «Checkmate» (Jaque mate), acompañado de la imagen de su propio vehículo. Esta rápida y brillante respuesta no solo acaparó la atención de los medios, sino que también provocó una avalancha de comentarios en las redes sociales, donde el público celebraba la ingeniosa rivalidad entre ambas marcas. Este caso es un gran ejemplo de cómo el marketing de guerrilla puede aprovecharse de la competencia directa para generar una campaña divertida y altamente efectiva. Por cierto, la cosa no terminó ahí, puedes leer (en inglés) el genial desenlace de la historia en está página.
Finalmente, un ejemplo clásico de marketing de guerrilla es la campaña de KitKat «Have a Break», donde la marca de chocolatinas convirtió los bancos de algunas ciudades en envoltorios gigantes de KitKat. Esta intervención en el mobiliario urbano no solo generó sonrisas entre los transeúntes, sino que también reforzó el mensaje de la marca de que sus productos son ideales para un «break». La clave de esta campaña fue su simplicidad y su capacidad para interactuar con el espacio urbano de una manera ingeniosa y directa. Al convertir un objeto tan cotidiano como un banco en un anuncio visual, KitKat logró que los consumidores asimilaran el mensaje de forma lúdica y sin sentirse invadidos por la publicidad.
Cada uno de estos ejemplos nos enseña algo valioso sobre el marketing de guerrilla: la importancia de pensar fuera de lo convencional, de aprovechar el entorno y de crear experiencias que conecten emocionalmente con el público. No es necesario tener un gran presupuesto, pero sí es imprescindible ser creativo, audaz y, sobre todo, estar alineado con los valores de la marca para que la campaña tenga un impacto real y duradero.