La filósofa Amia Srinivasan afirma en una entrevista en el periódico socialista El País que «Hay que crear una cultura sexual que desestabilice la jerarquía del deseo«. Según el periódico, esta pensadora ha afirmado en su libro «El derecho al sexo» que el más íntimo de los actos es en realidad algo público y defiende un feminismo en la intersección del género, la clase y la raza.
Cristian Campos, conocido en Twitter como @crpandemonium ha recogido el guante y ha afirmado, mientras sostenía su mentón entre el pulgar y el índice de su mano derecha «Muy cierto. Pero yo voy más allá: hay que crear una jerarquía sexual de la incomodidad que estabilice la cultura del deseo y suspenda la credulidad heteropatriarcal asumida por la desconexión de la sensualidad y el yo masculino en oposición al logos de la raza y la depresión.»
Z, mediante su cuenta @jergote, ha hecho retumbar los cimientos de la epistemología de género al preguntar, sin un ápice de trascendencia pero con toda crudeza «Sin duda, pero lo que no me queda claro es dónde queda el núcleo irradiador de la hegemonía» y aunque AQT (@AQdLlT en Twitter) le ha rebatido inquisitivamente con una hipérbole perifrástica tal como «Y entonces… ¿donde dejamos la transexualidad transversal de los instintos nativos, empoderados y somatosensoriales?» no puedo dejar pasar este debate sin señalar que la transmutación heteropatriarcal de la diferencia, observada sincrónicamente desde el género, tiene que ser removida con urgencia de los fundamentos relacionales de ambos sexos mediante una intervención pública que destierre para siempre de nuestra sociedad el antiguo consenso sobre el ethos del deseo sexual como forma diferencial de opresión epigénica que carga sobre la mujer de forma invectiva una única elaboración perifrástica del yo ambivalente.
Grandes problemas merecen grandes soluciones.
