Todavía me acuerdo de la primera vez que vi en la tele Desayuno con diamantes. Estaba yo estudiando la carrera y un día cualquiera entre semana en un ciclo de aquellos que ponían en la segunda cadena me encontré la película sin haberla buscado. Normalmente cualquier película de besos me hubiera durado cinco minutos antes de levantarme del sillón a cambiar de canal, que lo del mando a distancia vino después, pero aquella película tenía algo que me tenía que me cautivó al instante y me tuvo clavado frente a la tele hasta el último minuto.
Por supuesto no era otra cosa que la magia de Audrey Hepburn porque era la primera vez que yo la veía actuar en una película y desde el primer minuto me dejó flasheao.
Desayuno con diamantes, dirigida por Blake Edwards y estrenada en 1961, es una obra que ha trascendido el tiempo para convertirse en un icono del cine clásico. Para entender plenamente el impacto y la relevancia de esta película, es crucial sumergirse en el contexto histórico y el proceso de su producción.
La década de los 60 marcó un período de transición en Estados Unidos y en el mundo, caracterizado por una efervescencia cultural, social y política. En este escenario, Desayuno con diamantes emergió como un reflejo de la complejidad de la época, abordando temas de libertad, soledad y la búsqueda de identidad dentro del glamuroso pero a menudo superficial mundo de Nueva York.
La película se basa en la novela homónima de Truman Capote publicada en 1958. Capote, conocido por su aguda observación social y su estilo narrativo distintivo, creó en Holly Golightly un personaje que desafiaba las convenciones sociales de la época. La adaptación cinematográfica, sin embargo, suavizó algunos aspectos de la novela para adecuarla a los gustos del público general y las restricciones de la censura cinematográfica de la época.
La producción de Desayuno con diamantes estuvo rodeada de desafíos y decisiones cruciales. La elección de Audrey Hepburn para el papel de Holly Golightly fue una de las más significativas. A pesar de que Capote había imaginado inicialmente a Marilyn Monroe para el papel, la elegancia innata, el encanto y la sofisticación de Hepburn aportaron una dimensión adicional al personaje, convirtiéndola en un icono de estilo y elegancia.
La dirección de Blake Edwards jugó un papel fundamental en la creación del tono de la película, equilibrando la comedia, el drama y el romance con una mano maestra. La cinematografía, la selección de localizaciones en Nueva York y la icónica banda sonora compuesta por Henry Mancini, con la inolvidable Moon River, contribuyeron a crear una atmósfera única que captura la esencia de una era.
Los personajes
Holly Golightly: encanto y complejidad
Holly Golightly, interpretada por Audrey Hepburn, es el alma de «Desayuno con diamantes». Este personaje, que en apariencia vive una vida despreocupada y glamurosa en Nueva York, esconde una complejidad emocional y una búsqueda de identidad que se desarrollará a lo largo de toda la película. Holly es un espíritu libre, una soñadora que se niega a ser encasillada por las expectativas sociales de la época. Sin embargo, su encanto y aparente superficialidad ocultan una profunda vulnerabilidad y una constante búsqueda de un lugar al que realmente pueda llamar hogar. La interpretación de Hepburn aporta a Holly una mezcla de fortaleza y fragilidad que ha hecho del personaje un icono del cine.
Por supuesto, en esta película está más que arrebatadora, es la segunda mujer más hermosa del mundo; te lo digo yo. 🙂
Paul Varjak: el observador transformado
Paul Varjak, interpretado por George Peppard (sí, el coronel Hannibal del Equipo A cuando era jovencito y guapetón), es un joven escritor que se convierte en el vecino y confidente de Holly. A través de su relación con ella, Paul experimenta una transformación personal, pasando de ser un observador pasivo de su propio destino a tomar las riendas de su vida. Su viaje es tanto un reflejo del impacto que Holly tiene en las personas que la rodean como una exploración de su propia búsqueda de significado y autenticidad en su trabajo y relaciones.
Secundarios clave: un mosaico social
Los personajes secundarios en «Desayuno con diamantes» añaden riqueza y profundidad al mundo de Holly y Paul, creando un mosaico social que refleja la diversidad y complejidad de Nueva York. Desde el agente de Holly, O.J. Berman, que representa la influencia manipuladora de la industria del entretenimiento, hasta el enigmático millonario brasileño, José da Silva Pereira (interpretado por el aristócrata español José Luis de Villalonga), cada personaje secundario aporta sus propias dimensiones a la narrativa. Estos personajes, con sus propias historias y motivaciones, contribuyen a la trama principal y subrayan temas de soledad, identidad y la búsqueda de un sentido de pertenencia.
Argumento y simbolismo en la narrativa
Aunque de primeras pudiese parecer que estamos ante una clásica película de besos, chico encuentra chica, la película en realidad es bastante más compleja porque no hay que olvidar que se basa en un libro de Truman Capote y ese hombre cuando escribía tiraba con bala. De hecho además de las adaptaciones habituales que se hacen en Hollywood con los libros al pasarlos a la gran pantalla, en este caso se cambió el final y se incluye un monólogo de George Peppard para intentar cuadrarlo todo y que la película no resultase la crítica descarnada de la nueva sociedad americana estadounidense que estaba naciendo en los años 60. Menos mal que a Truman Capote no le tocó vivir estos tiempos que corren porque de aquellos polvos tenemos hoy estos lodos y los problemas que aparecen en la película se han multiplicado por cien en la sociedad actual.
La búsqueda de identidad
En el corazón de Desayuno con diamantes se encuentra la exploración de la búsqueda de identidad, un tema universal que atraviesa la narrativa de la película. A través de Holly Golightly, la obra despliega el viaje de una joven que navega por la complejidad de sus deseos, sueños y las expectativas impuestas por la sociedad. Esta búsqueda es simbolizada por sus constantes cambios de nombre y personalidad, reflejando la lucha interna entre quien es y quien desea ser. La película plantea preguntas fundamentales sobre la autenticidad y el autoconocimiento, invitando al espectador a reflexionar sobre la esencia de la identidad personal en un mundo en constante cambio.
Amor y soledad en la gran ciudad
Desayuno con diamantes ofrece una mirada penetrante al amor y la soledad en el contexto de la gran ciudad. Nueva York, con su vibrante vida nocturna y sus aisladas multitudes, sirve como el telón de fondo perfecto para explorar estas temáticas. La relación entre Holly y Paul refleja la complejidad del amor en un entorno urbano, donde la intimidad y la conexión genuina se ven amenazadas por la superficialidad y el materialismo. A su vez, la soledad se presenta como un estado omnipresente, incluso en medio de la efervescencia social de la metrópoli, destacando la paradoja de la cercanía física y el aislamiento emocional.
Materialismo y autenticidad
La crítica al materialismo y la búsqueda de autenticidad son temas clave que se entrelazan a lo largo de la película. Holly Golightly se mueve en un mundo donde el éxito y el valor personal a menudo se miden por el estatus material y las posesiones. Sin embargo, su viaje personal y su relación con Paul revelan gradualmente las limitaciones y la insatisfacción que conlleva una existencia centrada en lo material. La película cuestiona la noción de felicidad comprada y sugiere que la autenticidad y las conexiones humanas genuinas ofrecen un sentido de plenitud más profundo y duradero.
El simbolismo de Desayuno con diamantes se extiende más allá de sus personajes y trama, utilizando elementos visuales y narrativos para enriquecer la exploración de estos temas. Desde el significado del nombre «Golightly» (en inglés, algo así como «vete rápido» o «ve ligera») hasta el simbolismo de la joyería de Tiffany’s, la película utiliza metáforas y símbolos para profundizar en la complejidad emocional y temática de la historia. Esta riqueza simbólica contribuye a la perdurabilidad de Desayuno con diamantes como una obra maestra del cine, que continúa resonando con audiencias de todas las edades y trasfondos culturales.
El director y la música
Bajo la dirección de Blake Edwards, Desayuno con diamantes se distingue por su innovador estilo cinematográfico y narrativo, que combinan para crear una experiencia fílmica inolvidable. Edwards, con su visión única, logra capturar la esencia de Nueva York de la época y la complejidad de sus personajes mediante una dirección que equilibra hábilmente el humor, la emoción y el drama. La narrativa visual de la película se beneficia de una cinematografía que utiliza la luz, el color y la composición de manera magistral para reflejar los estados de ánimo y las dinámicas de los personajes pero no es pedante ni se recrea en sus propia obra, simplemente, lo ves, pero no lo notas. Como tiene que ser.
La innovación de Edwards también se manifiesta en la forma en que integra los elementos visuales y narrativos, creando secuencias icónicas que han quedado grabadas en la memoria colectiva del cine. Ejemplo de ello es la apertura de la película, donde vemos a Holly Golightly disfrutando de su desayuno frente al escaparate de Tiffany’s, una imagen que encapsula la soledad, el anhelo y la esperanza. La dirección de Edwards permite que la historia fluya de manera orgánica, utilizando la ciudad de Nueva York no solo como telón de fondo, sino como un personaje más que interactúa y se entrelaza con las vidas de Holly y Paul.
La banda sonora compuesta por Henry Mancini juega un papel crucial en Desayuno con diamantes, hasta el punto de considerarse un personaje más dentro de la narrativa. La música de Mancini, con «Moon River» como pieza central, complementa a la perfección la atmósfera y los temas de la película, añadiendo una capa adicional de emotividad y profundidad. La canción, interpretada por Audrey Hepburn en una de las escenas más memorables del filme (¿de la Historia del Cine?), se ha convertido en un símbolo de la búsqueda de sueños y la esperanza frente a la adversidad aunque, ya te digo yo que sé de eso, que canta como los ángeles pero se nota que no sabe tocar la guitarra y va poniendo los dedos al tuntún.
El pequeño vestido negro de Givenchy
El impacto de Desayuno con diamantes trasciende el ámbito cinematográfico, dejando una huella imborrable en el mundo de la moda gracias al icónico pequeño vestido negro diseñado por Hubert de Givenchy para Audrey Hepburn. Esta pieza, que Hepburn luce en la escena de apertura de la película, no solo definiría el estilo elegante y sofisticado de la década de 1960, sino que también consolidaría el pequeño vestido negro como un imprescindible en el armario femenino.
El diseño de Givenchy, con su corte simple pero elegante, refleja la personalidad y el espíritu de Holly Golightly, al mismo tiempo que destaca la figura y el carisma de Hepburn. Más que un simple atuendo, el vestido se convierte en un símbolo de la moda atemporal, representando una mezcla de independencia, sofisticación y misterio. La colaboración entre Hepburn y Givenchy en «Desayuno con diamantes» marcó el inicio de una larga amistad y una fructífera relación profesional, con el diseñador creando muchos de los looks más memorables de la actriz tanto en pantalla como fuera de ella.
La influencia de «Desayuno con diamantes» en la moda contemporánea es innegable. El estilo de Holly Golightly, con sus elegantes vestidos, accesorios sofisticados y peinados impecables, sigue inspirando a diseñadores y aficionados a la moda por igual.
Con esta película me hice fan de Audrey Hepburn
Desayuno con diamantes es Audrey Hepburn y Holly Golightly. Esta película no solo cimentó su estatus como icono del cine y la moda, sino que también dejó una huella imborrable en los corazones de quienes la vimos. Personalmente, confieso que fue a través de esta obra maestra que me hice fan de Audrey Hepburn, una fascinación que va más allá de su indudable belleza y entra en el terreno de su talento, carisma y humanidad.
La actuación de Hepburn en «Desayuno con diamantes» trasciende la pantalla, ofreciendo una mezcla de vulnerabilidad, fortaleza, inocencia y sofisticación. Su capacidad para dar vida a un personaje tan complejo y multifacético como Holly Golightly demuestra su habilidad excepcional como actriz. Audrey no solo interpretó a Holly; le dio alma, convirtiéndola en un símbolo eterno de la búsqueda de amor, pertenencia y autenticidad en un mundo que a menudo premia la superficialidad.
Lo que también me enamoró de Audrey fue su elegancia innata, que irradiaba tanto en pantalla como en su vida personal. Su colaboración con Hubert de Givenchy para crear el vestuario de Holly Golightly no solo marcó un hito en la moda cinematográfica, sino que también redefinió la elegancia femenina para las generaciones futuras. Audrey Hepburn y su pequeño vestido negro se convirtieron en sinónimos de un estilo atemporal, demostrando que la verdadera moda trasciende las tendencias pasajeras.
Además de que en el resto de sus películas está fabulosa, qué se puede decir de Vacaciones en Roma, My fair lady, Sabrina o Charada, Audrey Hepburn transmitía elegancia y bondad fuera de la pantalla, no solo porque aceptara ser embajadora de UNICEF cuando todavía no existían las redes sociales y viajar a los sitios donde los niños lo pasaba mal era realmente duro, sino porque toda su vida fue un ejemplo de pura elegancia . Como murió relativamente joven, a los 63 años, no llegó no llegó a perder su encanto por la edad y de ella solo quedan imágenes donde irradia belleza y saber estar o, como María Dolores Pradera decía de la Flor de la Canela, derramaba lisura y a su paso dejaba aromas de mixtura que en el pecho llevaba.