El apartamento es una película que a primera vista se clasifica fácilmente como una comedia pero que en el fondo encierra un drama que te mantiene en tensión a lo largo de toda la película. Sabes que ahí hay algo que no va bien y en algunos momentos te dan ganas de gritarle a Baxter, el protagonista, que reaccione de una vez.
Por supuesto, como a todos estos clásicos del cine, es una película que viene bien ver de vez en cuando porque aunque el contexto social en el que se hace, el Estados Unidos de 1960, posiblemente sea bastante distinto de lo que estamos viviendo hoy en España, en la película se pueden ver seres humanos empujados por la soledad, el amor, la mentira, el poder o la manipulación y esto no ha cambiado ni cambiará en la historia de la Humanidad; da igual que sea una tragedia griega o un vídeo de un minuto de TikTok, las personas siempre nos movemos por nuestros sentimientos y a veces la vida responde como era de esperar y otras veces los resultados están fuera de nuestro control, como pasa en esta película.
La historia
Por si no la has visto, yo te la resumo en un momento: la historia va de un oficinista americano de estos que trabajan en uno de los cientos de edificios de oficinas de Nueva York, la ascensorista de ese edificio y uno de los directivos. El oficinista, que es soltero, tiene un apartamento y los directivos de la empresa le están prometiendo un ascenso a cambio de que les deje el apartamento para llevar allí sus relaciones extramatrimoniales. Una de estas relaciones extramatrimoniales es la que tiene el director de la empresa con la ascensorista que le hace tilín al protagonista.
Por supuesto todo esto da para mucha risas, muchos malentendidos y situaciones divertidas pero no es difícil de imaginar que también tiene su lado tenebroso y a lo largo de la película… bueno no te cuento más, si quieres saber cómo va la historia y en qué termina te recomiendo encarecidamente que la veas: es un rato de buen cine garantizado.
Contexto histórico y social de 1960
El año 1960, el inicio de los años sesenta, marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea, no solo en Estados Unidos, donde «El apartamento» se ambienta y fue producido, sino en todo el mundo. Este período estuvo caracterizado por profundos cambios sociales, políticos y culturales que influyeron en todas las esferas de la vida, incluyendo el cine. Culturalmente, la década de los 60 sería testigo de la explosión de la contracultura, el movimiento hippie y la revolución sexual, pero en 1960, estos movimientos apenas comenzaban a gestarse. El cine, como reflejo y modelador de la sociedad, comenzaba a explorar temas más complejos y oscuros, preparando el terreno para lo que sería una revolución en la narrativa cinematográfica.
En Estados Unidos, el final de la década de los cincuenta y el comienzo de los sesenta fue una época de optimismo económico, pero también de tensiones raciales crecientes y el inicio del movimiento por los derechos civiles. La Guerra Fría estaba en su apogeo, lo que añadía una atmósfera de miedo y paranoia ante la amenaza nuclear. En este contexto, el país estaba a punto de elegir a John F. Kennedy como presidente, lo que infundía esperanzas de cambio y progreso.
«El apartamento» se estrena en este cruce de caminos, capturando la esencia de una era en transición. La película aborda temas como el consumismo, la alienación en el trabajo, el adulterio y la ética personal versus la ambición profesional, que preocupaban profundamente a la sociedad de aquel entonces. A través de la historia de C.C. Baxter, Fran Kubelik y Jeff D. Sheldrake, Billy Wilder nos ofrece una crítica mordaz a la deshumanización provocada por el sistema corporativo americano, al mismo tiempo que plantea preguntas sobre la moralidad, el amor y la felicidad personal en medio del boom económico posguerra.
Billy Wilder: el genio detrás de la cámara
Billy Wilder, nacido en 1906 en el seno del Imperio austrohúngaro y fallecido en 2002 en Estados Unidos, es una de las figuras más emblemáticas y talentosas del cine mundial. Su carrera como guionista, director y productor en Hollywood abarcó más de cinco décadas, durante las cuales creó algunas de las películas más icónicas y trascendentales de la industria cinematográfica. «El apartamento» (1960) se destaca entre estas obras maestras, ejemplificando la habilidad de Wilder para combinar humor, drama, crítica social y profundidad emocional en una narrativa cohesiva y cautivadora.
Wilder comenzó su carrera en el periodismo y el teatro en Europa antes de emigrar a Estados Unidos en 1933, huyendo del ascenso del nazismo. En Hollywood, rápidamente se estableció como un guionista ingenioso, capaz de crear diálogos agudos y tramas ingeniosas. Sin embargo, fue su transición a la dirección lo que le permitió plasmar completamente su visión artística, convirtiéndose en uno de los directores más versátiles y respetados de su tiempo.
La filmografía de Wilder abarca una amplia gama de géneros, desde comedias románticas como «The Seven Year Itch» (La tentación vive arriba, 1955) o «Some Like It Hot» (Con faldas y a lo loco, la de la famosa frase «Nadie es perfecto», 1959), hasta thrillers psicológicos como «Double Indemnity» (Perdición, 1944) y dramas judiciales como «Witness for the Prosecution» (Testigo de cargo, 1957). Sin embargo, es su capacidad para aderezar sus películas con una mirada crítica y a menudo cínica sobre la sociedad americana y la naturaleza humana lo que las distingue.
«El apartamento» es un ejemplo paradigmático de esta habilidad. A través de la historia de C.C. Baxter y su involuntario enredo en las vidas amorosas de sus superiores, Wilder explora temas como la explotación laboral, la soledad urbana, la corrupción moral y la búsqueda de significado en un mundo aparentemente indiferente. La película no solo ofrece entretenimiento sino también una reflexión sobre la condición humana, lograda mediante la combinación única de Wilder de sarcasmo, patetismo y un profundo humanismo.
Los personajes principales
C.C. Baxter y la soledad en la gran ciudad
C.C. Baxter, interpretado con una mezcla de encanto y vulnerabilidad por Jack Lemmon, es el epicentro emocional de «El apartamento». Un empleado de una gran corporación en Nueva York, Baxter presta su apartamento a sus superiores para sus encuentros extramatrimoniales a cambio de promesas de ascensos. Este arreglo, aunque inicialmente parece servir a sus ambiciones profesionales, gradualmente revela su profundo impacto en la soledad y el aislamiento de Baxter. La evolución del personaje, de ser un cómplice pasivo de la moral dudosa de sus superiores a tomar decisiones éticas por sí mismo, refleja una búsqueda de integridad personal y conexión humana auténtica. Baxter representa al individuo común atrapado en las maquinaciones de una sociedad que valora el éxito y el avance profesional por encima del bienestar personal y la moralidad.
A veces te dan ganas de gritarle que espabile, que de bueno es tonto.
Fran Kubelik: entre el amor y la moralidad
Fran Kubelik, encarnada por Shirley MacLaine, es la ascensorista del edificio de la corporación donde trabaja Baxter. Su personaje es complejo y lleno de matices; una joven que busca el amor verdadero pero se encuentra atrapada en una relación destructiva con Jeff D. Sheldrake, el jefe de Baxter. Fran simboliza las luchas emocionales y morales de las mujeres en una época donde la independencia y el respeto propio a menudo chocan con las expectativas sociales y personales. Su relación con Baxter y su reconocimiento de su propio valor como persona ofrecen un poderoso comentario sobre el amor, la autoestima y la redención.
Un primor, dan ganas de cogerla de la oreja y llevarla con Jack Lemmon.
Jeff D. Sheldrake: poder y manipulación (o sea, el malo de la película)
Jeff D. Sheldrake, interpretado por Fred MacMurray, es el jefe manipulador que explota la admiración y la ambición de Baxter para su propio beneficio. Sheldrake personifica el abuso de poder en el lugar de trabajo y la hipocresía moral, utilizando su posición para seducir a mujeres y eludiendo cualquier responsabilidad personal o consecuencia. Su relación con Fran Kubelik no es más que otro ejemplo de su comportamiento egoísta y manipulador. A través de Sheldrake, «El apartamento» critica a los individuos que perpetúan sistemas de explotación y desigualdad, destacando la corrupción inherente en las estructuras de poder corporativo y personal.
Aspectos técnicos
La decisión de Wilder de rodar «El apartamento» en blanco y negro encaja perfectamente con el tono de la película, una radiografía de la condición humana. En una época en la que el color ya era popular, esta elección estilística enfatiza el contraste entre la luz y la sombra, reflejando las complejidades morales y emocionales de los personajes y la trama. El blanco y negro ofrece una estética atemporal que captura la esencia de Nueva York como telón de fondo de la soledad y el aislamiento.
El guion, coescrito por Billy Wilder e I.A.L. Diamond, es un tesoro de ingenio y profundidad emocional. «El apartamento» se destaca por su habilidad para equilibrar la comedia con el drama serio, abordando temas como el adulterio, la soledad y la integridad moral con un humor que nunca minimiza su seriedad. Los diálogos están llenos de ingenio y sutilezas que revelan el mundo interior de los personajes y la sociedad en la que viven.
Sobre las bandas sonoras de las películas yo no opino porque, quitando algunas que tienen canciones muy famosas, jamás he terminado una película recordando ni una sola nota de la banda sonora. Supongo que eso debe ser buena señal porque la música encajaba perfectamente con la imagen y el resto del sonido.
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