Hamás ha lanzado esta noche contra Israel el mayor ataque que le es posible lanzar.
En las relaciones internacionales sigue pesando mucho la disuasión y, si no cabe más remedio, el uso de la fuerza para defenderse, pero lo mejor es tener un buen ejército que asuste a quien te pudiera hacer daño y no tener que utilizarlo nunca.
Esperemos que este ataque no suponga el inicio de una escalada bélica en el Próximo Oriente que es justo lo que no necesita el mundo: más gente matándose por política o por religión. En esa región del planeta hay mucho odio retestinao y no les hace falta casi nada para liarse.
Como era de esperar, Podemos y todos los que llevan el pañuelo palestino, no han salido a condenar estos ataques de Hamás y los más de cien muertos que ya llevan los de la religión de paz, siempre tan ellos llenos de concordia y de armonía y de buenas palabritas pero luego a la hora de la verdad solo saben dar puñaladas por la espalda y lanzar cohetes a traición.
Hay que entender que a esa gente hay que tratarla con el palo, no hace falta la zanahoria. Lo único que entienden con claridad es un buen garrotazo.
Los palestinos no aprenden.
Han empezado ya ni se sabe cuántas guerras contra Israel y todas las han perdido.
Igual tiene algo que ver el hecho de que Israel es una democracia y todos sus vecinos son dictaduras musulmanas.