Está dando vueltas por las redes sociales un extracto de un programa de televisión del dictador venezolano Nicolás Maduro en el que afirma sin sonrojarse que Jesucristo ya era un revolucionario palestino que se revolvió contra el imperio como lo hacen ahora los terroristas de Hamás y que fue el imperio español el que lo crucificó.
El video es una sarta de tonterías que apenas merece más aclaración, pero sí es interesante entender que se están extendiendo este tipo de líderes políticos que sueltan mensajes ridículos pero que calan en el corazón de unos seguidores con un bajísimo nivel cultural.
En esta reflexión se pregunta qué es lo que se podría hacer frente a estos ceporros que están en el poder porque todos sabemos que este vídeo podría tener muchísimas más reproducciones si estuviese dedicado a comentar el último concierto de Aitana, a hacer recetas de dulces de 15.000 calorías o a poner voz de niña y a decir que como soy tan chiquita no puedo levantar un sillón, ya que el nivel cultural de la población en general y el de los usuarios de redes sociales en particular, en vez de subir gracias al torrente de información que nos podría dar Internet, se va reduciendo año tras año.
Pero es que España se nos hunde y algo habrá que hacer, digo yo ¿no?
Entiendo perfectamente que un polaco, un inglés o a un japonés puedan llegar a pensar que el Imperio Español era más malo que la quina. Lo que no acabo de entender es cómo los enemigos de España han conseguido que sean los propios españoles los que se crean a pies juntillas esa leyenda negra que nos han vendido como la historia verdadera de España.
Hoy día tres cuartas partes de los españoles están acomplejados respecto a otras naciones europeas y del resto del mundo porque piensan que la historia española ha sido una sucesión de atrocidades nefastas cuando los hechos, si se analizan con cuidado y un mínimo rigor, demuestran que la conquista de América fue una epopeya increíble para España y que el Imperio Español fue el más humanista de todos los imperios de la época moderna.
Los ingleses o franceses nunca han tenido un imperio, lo que han tenido ha sido colonias de explotación y jamás pensaron que los habitantes de esas colonias eran nacionales del imperio, como si lo pensaban los Reyes de España de sus súbditos americanos.
Habría que empezar por entender cuál ha sido el mecanismo que han utilizado los enemigos de España para hacer que esa trola grandísima que es la leyenda negra haya calado tanto entre los propios españoles para empezar a trabajarse un relato que nos haga sentirnos orgullosos de lo que somos y de lo que hemos sido.
Es una idea interesante.
Además, si entendemos cómo nos la han colado de esa manera, podríamos devolverles la jugada y crearles sus propios marrones históricos para que no se nos suban a las barbas.
El Imperio Español, lo mismo que el Imperio Romano, fueron los mayores difusores de la religión católica.
El comunismo soviético y su hijo socialista, fueron en cambio el mayor aniquilador de la fe cristiana alrededor del mundo.
Después de todo tampoco me extraña que un tonto de baba como Nicolás Maduro se haga un lío y sea a la vez socialista y cristiano, pero cristiano de verdad, cristiano de Cristo, cristiano directo, como dice él, porque todo su discurso está lleno de contradicciones y, a la vista está, cuando habla de religión hay que entender que está hablando de política y cuando habla de defender a los pobres, hay que entender que se refiere a fabricar más pobres y más gente sin educación para que se puedan tragar todas las trolas que les cuenta.
Ese es el plan.
La diáspora venezolana ha mandado fuera del país a todos los venezolanos que podían replicar a estas patochadas y tonterías de Maduro.
Ahora ya no queda en el país nadie que le levante la voz y que le diga que el rey va desnudo.
Nicolás Maduro no odia a España ni el imperio español, lo que pasa es que necesita echarle la culpa del desastre que tiene montado en Venezuela a algo que no sea su revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI que tan alegremente anunciaban pero que ha resultado ser un absoluto fracaso y que tiene sumido a Venezuela en la miseria.
En todas las dictaduras, todos los líderes populistas tienen un enemigo exterior al que culpar de su incompetencia. En el caso de Nicolás Maduro, tiene la suerte de que puede elegir entre echarle la culpa de sus males al imperio español o cargar todas las culpas sobre el malvadísimo imperio yanqui.
Es un mecanismo básico de la política más primitiva. Lo malo es que en este siglo XXI la política se está volviendo va cada vez más primaria y cada vez son menos los filtros a la estupidez y la demagogia.
No te compliques en la vida, Maduro es más inútil que un cenicero en una moto.
Los venezolanos van a tener mucho tiempo para arrepentirse de haber colocado a semejante tarado en el poder.