Si por hacer cualquier cosa aceptas como pago una promesa de Pedro Sánchez es que estás muy mal.
Los independentistas catalanes saben que están al borde de la desaparición sociológica en Cataluña y se han encontrado de golpe con este regalo que les han hecho las elecciones de 2023 en las que, pese a tener los peores resultados de su historia, son más relevantes que nunca gracias a que el PSOE está en manos de un cínico despiadado.
Ya veremos cómo les va el pacto con Pedro Sánchez, con amigos así, no necesitan enemigos.
Firmar un acuerdo con Pedro Sánchez es como escribir un contrato en el agua.
El otro día me eche a reír cuando vi en un periódico local que un político socialista anunciaba que traía buenas nuevas para la provincia porque el gobierno del PSOE se había comprometido a hacer no sé qué infraestructura. Seguramente sería una rueda de prensa sin pregunta porque la primera pregunta que habría que haberle hecho lógicamente tendría que ser si existía alguna posibilidad de que el gobierno, encabezado por Pedro Sánchez, cambiase de opinión respecto a esa infraestructura y todas las promesas se quedasen luego en agua de borrajas.
Con el carrerón que lleva Pedro Sánchez y la fiabilidad que tiene y lo que ya sabemos que vale su palabra, lo peor que puede hacer un político local es prometer que el Gobierno ha anunciado nada hasta que no tenga el dinero en la mano porque mientras, pueden venir los cambios de opinión, que es como se llama ahora a los engaños, y quedarse vendido.
Y eso suponiendo que no fuera este político local el que estaba vendiendo la moto para después anunciar que él mismo había cambiado de opinión o que habían cambiado de opinión otros cuya opinión era muy importante para decidir si esa obra se hacía o no.
Total que la palabra de los políticos socialistas ahora mismo no vale ni el papel en el que está escrita.
Es que lo del cambio de opinión se ha puesto de moda y ahora cualquiera que quiere hacer una fechoría simplemente dice que ha cambiado de opinión.
Pedro Sánchez ha creado tendencia.